La piel humana es sujeta a mecanismos tóxicos mediados por los radicales libres.
Eventos comunes, tal como la polución ambiental, el humo de cigarrillos, los residuos tóxicos, o más específicos como la exposición solar excesiva o la radioterapia, generan todos la producción de radicales libres en la piel, y provocan trastornos cutáneos.
Un antioxidante es una sustancia química que previene el desarrollo de estos radicales libres, y es susceptible de mantener o restaurar la condición fisiológica de la piel humana.